Saturday, February 11, 2006

M.M. : Los recuerdos de John Huston.

MARILYN MONROE: LA REINA SOLA / IIIPor Waldemar Verdugo Fuentes. Publicado en VOGUE-México.

La estrella decía deberle su carrera al mítico director John Huston, que vivió el final de su vida en México. En Puerto Vallarta, Huston nos contó cómo recordaba él a Marilyn, cómo la vio en sus principios y al final. Y su recuerdo de la actriz se hace especialmente melancólico.

- Marilyn Monroe y John Huston. El director de cine, "el inventor de M.M.", la recuerda como a "una actriz extraordinariamente buena".


-En "Los Inadaptados", Marilyn Monroe rodeada de John Huston, Clark Gable, Montgomery Clift, Arthur Miller y Elli Walach.



“Los inadaptados” fue promocionada en Hollywood como la más importante producción de 1961. En una entrevista a “Time”, Frank Taylor, designado para producirla, decía: “Este es un intento de hacer una cinta perfecta. No sólo es el guión de un gran escritor americano, Arthur Miller, sino también el mejor guión que he leído jamás. Y contamos con el mejor director para realizarla: John Huston.”
Lo cierto es que a Marilyn no le gustaba su papel en la película, aceptó en un último intento de salvar su matrimonio con el dramaturgo porque sería dirigida por Huston. En una entrevista de 1954, confió a María Romero: “Admiro profundamente a John Huston. Además, le debo mi carrera... lloré lágrimas amargas antes de que Huston, especialmente, pidiera que me contrataran para hacer “Mientras la ciudad duerme”. Fue cuando me descubrió el propio Mr. Zanuck...”. En repetidas veces, la estrella declaró su admiración a Huston. En entrevistas posteriores, diría que “cualquier mujer que esté a su lado no puede hacer otra cosa que enamorarse de él, al menos la primera vez que uno lo conoce. A su lado, una puede sentirse absolutamente cómoda. Le debo mi primer gran papel, en “The asphalt jungle”. En la primera prueba que hice para él, yo estaba terriblemente nerviosa. Pensé que si podía descalzarme estaría mejor, y lo hice. Se suponía que estaba echada en un sofá. No había sofá y le pregunté si podría tirarme en el suelo. Me dijo: “Sí. Por favor, hágalo.” Así que lo hice. Luego quise repetir la escena. Me daba cuenta que, en presencia de Huston, podía hacerlo mucho mejor. Él dijo: “No es necesario.” Insistí. Se sentó entonces con mucha paciencia y volví a interpretar toda la escena. Al terminar, me quedé en silencio, y dijo, en voz alta: “Ya le había adjudicado el papel desde la primera prueba.” Después de trabajar con Huston, la gente se preguntó quién era yo.”
Al menos, debió pensar la estrella, sería dirigida por alguien que ya conocía. Y estaría junto a Clark Gable, que había sido su astro preferido de niña. A Sheila Graham, confesaría: “Durante mi infancia, de hogar en hogar, hubo una época en que entre mis únicas pertenencias tenía una foto de Gable, que yo guardaba con gran celo. Pienso que esa foto me la pudo regalar mi madre. Siempre he admirado a Clark Gable.” Y además iría Montgomery Clift, con quien, en algunas oportunidades había compartido fraternalmente en la larga noche hollywoodense. Aparentemente, todo estaba a su favor. Pero, en cuanto llegó a instalarse al hotel Nevada en que estaban las locaciones, Marilyn se comportaba como quien inicia algo obligado, destinado al fracaso. Protestaba por el desarrollo de su papel, le parecía “poco real”. Haría de divorciada que se va a vivir con un vaquero, Gable, mientras frecuenta a los amigos también vaqueros, compañeros de Gable. Los hombres deciden reunir una manada de caballos salvajes para venderlos como carne. Los hombres casi mueren al capturar los caballos, y Marilyn debía convencerlos para ser dejados nuevamente libres. Marilyn declara a Lena Pepitone:
“-No los convenzo con una explicación de por qué lo que hacen no está bien, no los convenzo con un argumento sólido, sino que lo hago con una gran rabieta, en que debo gritar y patalear. Supongo que pensaron que yo era demasiado estúpida para explicar algo. Y pensar que Arthur me hizo esto. Se suponía que él lo estaba escribiendo para mí. Podría haberme escrito cualquier cosa y sale con esto. Si esto es lo que piensa de mí, entonces yo no soy para él ni él para mí.”
Y, una de las primeras cosas que hace, es exigir espacios separados entre ella y Arthur Miller. Sin embargo, éste se integra igual, aceptando ver a su esposa sólo cuando ella lo exigía algún cambio en su parlamento. También le disgustó que la película fuese en blanco y negro. Le explicaron que el color podría destruir el clima del filme. Ella replicó: “Ya está bastante deprimente tal cual está.” Y comienza, sin embargo, a filmar lo que sería su último trabajo completo, que había de convertirse en la película en blanco y negro más cara de la historia del cine. Es cierto que no tuvo éxito de crítica, pero es una cinta clásica hoy en día. No por su argumento, precisamente, pero por ser el canto del cisne para Marilyn y Gable, y por una excelente dirección de John Huston. Es difícil imaginar que detrás de la humanidad y ternura que expresa la estrella en su actuación, se escondía la catástrofe que ocultaba mujer adentro. ¿Cómo la recuerda en su última cinta el hombre que la dirigió? He conversado con John Huston, en los ochenta, en México, en diversas oportunidades. En 1983, en una entrevista para VOGUE que realicé en su casa de Puerto Vallarta, Huston, que era un hombre muy sencillo, recordaba muchas cosas de Marilyn. Le recordé que él había sido importante en la vida de la estrella, y rehusó el término “importante”, aduciendo que nada era demasiado importante en la vida. Insistí, diciendo que Marilyn no había dejado de declarar que él la había ayudado a surgir. Y Huston dijo:
- Hubo muchas personas que la ayudamos porque era una chica que inspiraba gran ternura, se veía muy desprotegida. Yo la había conocido en 1949, cuando me encontraba filmando We were strangers (“Rompiendo cadenas”). Ella solía venir al set y observar la filmación, era muy bonita, joven y atractiva, aunque había miles como ella en Hollywood.
- ¿Qué se decía de ella en esa época?
- Se hablaba de que la Columbia le iba a hacer una prueba cinematográfica, aunque dichos rumores conducían generalmente al sofá y no al estudio, y yo sospeché que alguien tenía interés en ella.
- ¿Llamó su atención?
- Había algo en Marilyn que despertaba mi deseo de protegerla, y para ayudarla le expresé mi disposición de hacerle una prueba a color con John Garfield como compañero de actuación. Esta prueba era costosa, pero muchos intuimos que sería una estrella. Sin embargo, no volví a verla, simplemente desapareció y me olvidé de ella.
- Luego usted la dirigió en “La jungla del asfalto”.
- Oh, sí, fue en realidad su primera cinta. Cuando estábamos haciendo pruebas para The asphalt jungle, Johnny Hyde, de la Agencia William Morris, me llamó para decirme que tenía a la chica perfecta para la parte de Angela, y me pedía que le hiciera una prueba. Arthur Hornblow, el productor de la cinta, estaba conmigo pocos días después cuando Johnny la trajo; la reconocí como la chica que había intentado salvar del sofá, y justamente la escena que debía leer requería que su personaje estuviera tendido sobre un diván, y no había ninguno en mi oficina por lo que Marilyn dijo: -Quisiera hacer la escena en el piso. Y así lo hizo; se quitó los zapatos sacudiendo los pies, se tendió en el piso y leyó para nosotros. Era una Angela perfecta, y si obtuvo el rol fue porque era extraordinariamente buena.
- ¿Tenía ella preparación como actriz?
- Ella nació actriz, aunque sí tenía una maestra de drama, una rusa llamada Natasha Lytess que se aparecía en el set con ella, y al final de cada toma Marilyn solía mirarla buscando su aprobación; cuando le asentía, ella quedaba tranquila, y estuvo realmente muy bien.
- Ese papel fue el principio para la estrella.
- Sí. Y ella siempre me estuvo muy agradecida. Había estado bajo contrato con la 20th Century Fox, pero ellos habían desistido ayudarla en grande, y cuando vieron el trabajo que hizo conmigo la volvieron a contratar rápidamente; esos fueron sus inicios.
- Años después trabajó con usted en su última cinta completa: “Los inadaptados”, ¿qué recuerda de esa época?
- Yo estaba en mi casa de Irlanda y recibí una llamada de Frank Taylor, quien tenía interés en producir The misfits, en que Marilyn tenía un papel pues el guión era de su esposo; Arthur Miller. Yo acepté y Frank me envió el guión, que era excelente.
- ¿Usted conocía a Miller?
- No, pero admiraba su obra. Lo llamé después y le comuniqué que sería grato hacer el film.
- ¿Cómo se inició el trabajo?
- Primero hicimos unas pruebas de vestuario con Marilyn en Nueva York y luego, Frank Taylor y yo, volamos a Nevada, donde estaban las locaciones y tuvimos que construir algunos sets. Marilyn era famosa respecto a su impuntualidad, por lo que antes de empezar la filmación ordené que el llamado diario se cambiara de las nueve de la mañana a una hora después, esperando que esto hiciera las cosas más fáciles para ella, pero no fue así. Clark Gable, que también estaba en el reparto, solía llegar a trabajar en su pequeño carro deportivo, ensayaba sus líneas con su asistente, y enseguida abría un libro preparándose para la espera. Nunca pronunció una queja y aparentemente no le importaba la hora en que Marilyn apareciera.
- ¿Era muy diferente a cómo usted la conoció?
- ¡Oh, sí! Yo estaba impresionado por sus acciones y por su apariencia; parecía estar en sueños la mitad del tiempo. Su temor era que si no dormía lo suficiente no luciría bien al día siguiente, una idea que llegó a convertirse en obsesión suya, de modo que tomaba pastillas para dormir y pastillas para despertar en la mañana. Le dirigí un sermón a Miller, sin saber que él había hecho todo cuanto estaba a su alcance y había perdido todas las esperanzas. Marilyn llegaba cada vez más tarde a locación, algunas veces sólo lográbamos trabajar un par de horas en el día, y como ella estaba en la mayor parte de las escenas, teníamos que esperar que apareciera para comenzar la filmación. Con el transcurrir de los días se sumergió más en su mundo y con el tiempo se derrumbó completamente, por lo que tuvo que ser enviada por dos semanas a un hospital de Los Ángeles. La filmación se detuvo y tuvimos que pagar a la gente por cada día de trabajo perdido; tan sólo el reparto aumentó nuestros gastos enormemente pues estaban, junto a Marilyn, Gable, Eli Wallach, Montgomery Clift, Thelma Ritter y Kevin McCarthy. Esa fue la cinta en blanco y negro más costosa que realizó.
- ¿Usted visitó a Marilyn en el hospital?
- Sí, por supuesto. Cuando salió parecía tan mejorada que cobré esperanzas, pues alguna vez pensé que The Misfits nunca la terminaríamos. Ella estaba alerta, brillante, y se sentía culpable por su conducta durante la filmación, sabía demasiado bien lo que las drogas le hacían y me preguntó si podía perdonarla, la tranquilicé y volvió a ser ella misma, y podía ser maravillosamente eficaz. No estaba actuando, no estaba fingiendo una emoción, era real. Marilyn era una actriz que se adentraba profundamente en su interior, encontraba el ritmo de actuación perfecto y lo traía al nivel consciente, proyectándolo, y quizás en eso consiste la verdadera actuación.
- ¿A qué cree usted que se deba el hecho de que se la catalogara como símbolo erótico, esencialmente?
- Yo creo que ella, antes que otra cosa, era una buena comediante. Personalmente, nunca sentí su atractivo sexual, tan recurrido por la publicidad que la empapó. En la pantalla se dejaba sentir su fuerza erótica, pero no obstante, en ella había algo más, mucho más que eso. En Europa era muy apreciada como artista mucho antes de ser aceptada en Estados Unidos como algo más que un símbolo sexual. Jean Paul Sartre consideraba a Marilyn como la mejor actriz que existía; cuando escribió para mí el guión de Freud, en 1960, quería que ella desempeñara el principal rol femenino, pero no se pudo.
- ¿Cómo transcurrió el final de la filmación?
- Cuando logramos traer nuevamente a Marilyn a Reno, la recibieron calurosamente en el aeropuerto; antes de desembarcar en el vuelo fletado especialmente para ella, dedicó un tiempo para dejarse fotografiar y conceder entrevistas; aquella fue la ocasión en que le preguntaron “¿¡Qué usa usted por la noche, cuando se va a la cama?”, y ella respondió: “Sólo Channel número cinco.” Nosotros creíamos que todo sería diferente pero en unos cuantos días nos dimos cuenta de que estábamos equivocados, Marilyn volvió a sus antiguos hábitos, hizo que Arthur Miller se mudara a un hotel y ya no le volvió a dirigir la palabra. Un domingo en la tarde le hice una visita en su suite para formarme una idea de lo que podría esperar en los días siguientes: me saludó con gran euforia y después entró como en una especie de letargo, nunca la había visto tan mal; su cabello estaba enmarañado, tenía las manos y los pies sucios y llevaba puesta una camisa de noche no más limpia. Había en ella una especie de vulnerabilidad, se sentía completamente desamparada y lo reflejaba, fue muy conmovedor. De alguna manera sabía, como todos nosotros que algo terrible iba a ocurrirle.
- ¿Terminaron la cinta en su totalidad?
- Así es, y fue una dolorosa experiencia, no sólo para mí, sino para todos, incluyendo a Marilyn, quien empezó otra cinta de la que fue despedida y luego vino su muerte.
- ¿Usted cree que fue accidental?
- Había recibido tratamientos de urgencia varias veces, y con un frasco lleno de somníferos a su alcance y nadie que estuviera allí para salvarla, porque estaba sola, sucedió el accidente porque no creo que haya querido quitarse la vida, ella era parte de la vida.
- ¿Cómo se comportaba Montgomery Clift trabajando junto a Marilyn?
- Eran extraordinarios, ambos. Especialmente en una larga escena detrás de una taberna, frente a un montón de latas de cerveza y automóviles convertidos en chatarra; era una escena de amor que no era una escena de amor y estuvieron magníficos, y el texto era muy bueno, yo creo que Miller estaba en su mejor momento.
- Uno de los cuentos que se han tejido alrededor de “Los inadaptados”, es que el ataque al corazón que acabó con Clark Gable fue debido a una de las escenas que debió hacer para la cinta.
- Eso es absolutamente falso. Nació la historia debido a que en una escena Clark debía luchar con el semental capturado, y unos creen que era él, pero quien salía volando por los aires era un extra, de ninguna manera iba a ser Clark.
- ¿Qué opinión tiene usted de Gable?
- Él se consideraba un actor, no una personalidad de la pantalla, y solía recordar sus comienzos como actor de teatro. Y conocía muy bien su trabajo, dos o tres veces le insinué otra actitud para mejorar su personaje, y él lo hacía cordialmente, pero cada una de esas veces lo hice volver a su actuación original porque yo estaba equivocado. Cuando terminamos de trabajar juntos, él dijo que The misfits era lo mejor que había hecho en su vida, y murió dos semanas después.
- ¿Cómo reaccionaba ante la conducta de Marilyn en la filmación?
- Estaba perplejo. Por Marilyn pasamos muchas horas juntos en su trailer, y parecía que ella le había revelado un mundo para él simplemente desconocido. Gable no entendía lo que estaba sucediendo con Marilyn, pero creía que era algo espantoso. Cuando pude, en esos días, le hablaba horas enteras, y cada vez yo terminaba con un nudo en la garganta: ella sólo atinaba a escuchar. Estaba muy decaída y ninguno sabíamos cómo alentarla; no sabíamos cómo incentivarla, parecía oír muy atenta, pero uno presentía que ya estaba muy, muy lejos. Mis recuerdos de Marilyn son, en su mayor parte, melancólicos.”

Derecha: John Huston y Waldemar Verdugo Fuentes, durante esta entrevista en Puerto Vallarta, México. (Foto Patricia Alizau, staff-VOGUE)
© Waldemar Verdugo Fuentes.
(Publicado en papel en VOGUE)